LOS DOS MILAGROS DE FÁTIMA EN CÁDIZ

Queridos internautas y oyentes de R. San Vicente soy Pequeña Cofrade voy a escribir 2 Milagros de la Virgen de Fátima en Cádiz,estos temas son muy delicado y para contrastarlo nos hemos llevado más de 2 meses yendo y viniendo a Cádiz, mirando unos cuantos libros y preguntando,y por fin me he decidido a escribirlo, yo este artículo no lo he hecho sola he ido a todos lados con el V.Chirigotero por lo tanto aunque el artículo lo escribo yo,la investigación es de los dos.

Manuela Cortés vivía en un cortijo cerca del castillo de Doña Blanca, en El Puerto de Santa María. Como no tenían luz eléctrica se alumbraban con candiles de carburo.Un día le reventó en las manos un candil de carburo y se quemo los ojos. Tenía los ojos como los de una pescadilla frita, la llevaron a curarse al Hospital Zamacola ( hoy Puerta del Mar ).

La curaba el Dr. Don José Pérez Llorca. Y un día le dice la hija al médico : Díganos si lo de mi madre tiene solución, porque si no lo tiene  volvemos, pues estamos gastando en taxis un dinero que no tenemos, contestó el médico " Siento decirle que esto no tiene solución esta ceguera es irreversible ". la mujer dijo cuando me dijeron que no tenía solución, me entró un dolor y una pena que no tenía consuelo.Se meten en un taxi y se fueron al cortijo,  la mujer añadió " Estando en la cama se acordo de un cuadro de la Virgen de Fátima que  tenía allí, y  dijo con toda su alma : MADRE MÍA SANTÍSIMA , QUE YO PUEDA VERTE OTRA VEZ.Al decir aquello siente como un fuego que me sube por dentro y me sale por los ojos, y grito: " Que veo luz. Que veo luz". Viene su hija,le quita los esparadrapos y tiene los ojos como nosotros. vuelven al hospital. Cuando el Dr. Pérez Llorca ve aquellos ojos curados a las 3 de la tarde que él a las 12 del mediodía había diagnosticado como ceguera irreversible,se quedo pálido y repetía : " Esto no tiene explicación . Esto no tiene explicación ".Las palabras que escribió el Dr. Pérez Llorca fueron  todo el mundo

se a sorprendido de aquella repentina e inexplicable curación de aquella ceguera que yo acababa de diagnosticar irreversible.Cuando el Dr. Pérez Llorca firmó , le dijo el notario " Ponga que este doctor es miembro de la Real Academia de Medicina, Presidente de la Sociedad Oftalmológica Española ,General Inspector del Cuerpo de Sanidad de la Armada, y 30 años Catedrático de Oftalmología. PABLO REÍS en el año 1951 Pablo Reís, un gaditano de la calle Vea Murguía, llevaba más de 2 décadas paralítico por un accidente doméstico causado por la explosión de una botella de gasolina.Este hombre,que contaba entonces con 36 años, era conocido enla zona porque, además de su incapacidad motora, también era mudo, 2 peculiaridades que lo hacían destacar en una vecindad en la que se estaba muy pendiente de lo que ocurría en casa ajena.El domingo 4 de noviembre,Pablo, como otros cientos de gaditanos, se dirigió a una engalanada plaza de San Antonio. Una multitud de creyentes se dio cita en la plaza,ya que nadie quería perderse aquel acontecimiento religioso que reportaba tanto bien a sus almas.Reís presente allí como uno más, no podía suponer que su vida estaba a punto de cambiar. Asistió al acto completo e incluso pudo acercarse a la imagen para al menos mirarla de cerca a los ojos, después de lo cual se santiguó y se marchó para casa girando las ruedas de esa silla a la que llevaba años condenado. Mientras rodaba por la calle Veedor, sus piernas, inerte desde la infancia,le dieron una primera señal de alarma con un hormigueo incesante.La sorpresa fue extraordinaria, ya que por primera vez estaba sintiendo algo en esas dos extremidades que tenía dormidas desde los 14 años.Poco después, Pablo Reís sintió la necesidad de ponerse de pie y,efectivamente, sus piernas respondieron al impulso, aunque tuvo que hacer varios intentos antes de levantarse por completo.Allí, en plena vertical, no podía dar crédito y, con lágrimas en los ojos, recordaba el rostro hermoso de la Virgen de Fátima. Con las piernas temblorosas, debilitadas tras tanto tiempo quietas.Reís dio un paso y luego otro y otro, dejando allí, en medio de la calle, el carrito con el que había tenido que moverse durante años.Si Pablo iba acompañado de alguien, y es casi seguro que algún pariente vivía con él,quizás su madre, su alegría debió de ser inmensa.El joven caminaba observándose las piernas y, sintiéndose seguro,se puso a dar saltos, y así, como un saltimbanqui, continuó hacia su domicilio en Vea Murguía ante el asombro de todos sus vecinos,que siguieron todos sus avances sin perderse detalle.

Así, haciéndole compañía en la dicha, fue cómo vieron también a Reís subir y bajar las escaleras de su vivienda varias veces, en ocasiones casi corriendo,y fueron muchos los que gritaron << ¡ milagro, milagro !>>.

ESTE ARTICULO ESTA SACADO DE VARIOS LIBROS Y DE PERSONAS ANÓNIMAS